Muchas personas han experimentado, alguna vez, una sensación extraña en las piernas justo al irse a dormir: un cosquilleo, un hormigueo o una necesidad urgente de moverlas. Para algunos, esto ocurre de forma ocasional y no reviste mayor importancia. Sin embargo, para otros se convierte en un problema recurrente que afecta directamente a su descanso y bienestar.
Esa necesidad irresistible de mover las piernas tiene un nombre: Síndrome de Piernas Inquietas (SPI), también conocido como Enfermedad de Willis-Ekbom. Se trata de un trastorno neurológico del sueño que puede pasar desapercibido durante años, ya que muchos pacientes no saben que lo padecen y piensan que es solo “nerviosismo”.
¿Qué es exactamente el Síndrome de Piernas Inquietas?
El SPI es un trastorno caracterizado por sensaciones incómodas en las extremidades inferiores (aunque en algunos casos también aparece en brazos), que generan una necesidad urgente de moverlas para encontrar alivio.
Lo particular es que:
- Los síntomas aparecen en reposo, cuando la persona está sentada o tumbada.
- Empeoran por la tarde o noche, interfiriendo con el inicio y mantenimiento del sueño.
- Mejoran temporalmente con el movimiento, por ejemplo al levantarse o estirar las piernas.
👉 A diferencia del insomnio, que implica dificultades para conciliar o mantener el sueño, el SPI se manifiesta con una inquietud física que impide relajarse y descansar.
Síntomas característicos del SPI
Aunque cada persona puede describirlo de manera distinta, la mayoría coincide en estas sensaciones:
- Cosquilleo, hormigueo o presión interna en las piernas.
- Dolor leve o molestias que solo se alivian moviéndose.
- Sacudidas o movimientos involuntarios durante la noche.
- Dificultad para dormir por la incomodidad.
- Somnolencia y cansancio diurno como consecuencia de la falta de descanso.
Es habitual que quienes lo sufren lo describan como “corrientes eléctricas”, “picor por dentro” o “bichos caminando por las piernas”.
👉 Estas sensaciones pueden confundirse con otras alteraciones del sueño, como la hipersomnia, donde la fatiga es constante, o con las parasomnias, que también implican experiencias nocturnas inusuales.
Causas y factores de riesgo
Las causas exactas del SPI no se conocen con certeza, pero sí se han identificado varios factores relacionados:
- Alteraciones neurológicas
- El SPI parece estar vinculado a un mal funcionamiento en la regulación de la dopamina, un neurotransmisor que controla los movimientos musculares.
- Déficit de hierro
- Incluso sin anemia, una deficiencia de hierro en el cerebro puede contribuir a la aparición de los síntomas.
- Predisposición genética
- Hasta un 40% de los pacientes con SPI tienen antecedentes familiares.
- Enfermedades crónicas asociadas
- Insuficiencia renal.
- Diabetes.
- Neuropatías periféricas.
- Factores hormonales
- Durante el embarazo, especialmente en el tercer trimestre, muchas mujeres presentan SPI, aunque suele remitir tras el parto.
👉 Esto lo diferencia de otros trastornos como la apnea del sueño, donde la causa principal está en la obstrucción de las vías respiratorias.
Impacto en la vida cotidiana
El SPI no es solo un trastorno nocturno. Sus efectos se extienden al día a día:
- Alteración del sueño: dificultad para conciliarlo y despertares frecuentes.
- Cansancio diurno: reducción del rendimiento laboral y académico.
- Problemas emocionales: ansiedad, irritabilidad y mayor riesgo de depresión.
- Repercusión en la vida social: evitar viajes largos o actividades sedentarias por miedo a los síntomas.
👉 Al igual que ocurre con la narcolepsia, el SPI puede condicionar profundamente la rutina diaria y generar sentimientos de frustración.
Diagnóstico: cómo saber si se trata de SPI
El diagnóstico suele basarse en una entrevista clínica detallada. El especialista preguntará por:
- La frecuencia e intensidad de los síntomas.
- El momento del día en que aparecen.
- Antecedentes familiares.
- Posibles enfermedades asociadas.
En algunos casos se recomienda un estudio del sueño (polisomnografía) para descartar otros trastornos.
👉 En la sección Qué hacemos puedes ver cómo se abordan los problemas del sueño de forma integral, combinando la evaluación clínica con técnicas de apoyo psicológico.
Tratamiento del Síndrome de Piernas Inquietas
El abordaje del SPI depende de la gravedad de los síntomas.
Cambios en el estilo de vida
- Mantener una buena higiene del sueño.
- Reducir el consumo de cafeína, alcohol y tabaco.
- Hacer ejercicio moderado de forma regular, evitando hacerlo justo antes de dormir.
Tratamientos médicos
- Suplementación de hierro en casos de déficit.
- Fármacos dopaminérgicos, anticonvulsivos o relajantes musculares bajo prescripción médica en casos graves.
Apoyo psicológico
- Aprender técnicas de relajación y manejo del estrés, ya que la ansiedad puede empeorar los síntomas.
- Estrategias similares a las utilizadas en pacientes con trastornos de ansiedad, adaptadas al contexto del sueño.
Si los síntomas interfieren en tu descanso, lo mejor es consultar con un profesional especializado. Puedes ponerte en contacto para recibir orientación.
Mitos y realidades sobre el SPI
“Solo es nerviosismo” → ❌ No, es un trastorno neurológico reconocido.
“Solo afecta a las piernas” → ❌ También puede darse en brazos.
“No tiene tratamiento” → ❌ Sí existen medidas eficaces para controlarlo.
“Es raro en niños” → ✔️ Aunque menos frecuente, puede aparecer en la infancia.
Conclusión
El Síndrome de Piernas Inquietas es mucho más que una molestia nocturna. Afecta al descanso, al rendimiento y al bienestar emocional. Reconocer sus síntomas y buscar ayuda profesional es el primer paso para mejorar la calidad de vida.
Con un tratamiento adecuado, cambios de hábitos y apoyo psicológico, es posible reducir su impacto y recuperar noches de sueño reparador.